Hace exactamente una semana me avisaron que realizaría otro viaje memorable antes de finalizar el año. Esta vez al Gran Premio en Austin, Texas para presenciar la penúltima carrera de la temporada. Y no estamos hablando de coches acartonados que pasan horas dando vueltas al circuito, chocando entre sí. Sino de obras de arte de la ingeniería soltando cientos de caballos de fuerza desbocados sobre la pista del Circuito de las Américas.
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